La expectativa de vida de la población ha aumentado significativamente desde el nuevo milenio a causa del avance de la ciencia y tecnología a lo largo de los últimos decenios. Sin embargo, es interesante preguntarnos: ¿Cómo transitamos los últimos años de nuestras vidas? ¿Cómo aprovechamos ese plus que el desarrollo nos supo regalar?
En primer lugar, es importante saber que el proceso de envejecimiento constituye un fenómeno social y una experiencia individual que se da a lo largo de toda la vida, ya que no involucra solo a las personas envejecidas, sino que incumbe a toda una comunidad. Por un lado, cada sociedad tendrá que adaptarse a las nuevas demandas de estas generaciones y mejorar al máximo la salud y la capacidad funcional de las personas mayores, así como también habilitar espacios para su participación social y su seguridad. Por otro lado, el proceso de envejecimiento encuadra un desafío personal que nos enfrenta a la pregunta de cómo nos posicionamos como individuos frente a los límites del curso de la vida.
Desde esta concepción, surge una nueva noción de vejez y una nueva forma de concebir la maduración, entendiéndola como un proceso activo: no comienza a los 60 o 65 años con la aparición de la jubilación, sino mucho antes, y depende de un conjunto de factores que contribuyen a lograr un buen envejecimiento. De esta manera podemos entender que el envejecimiento involucra no sólo un proceso biológico sino también un trabajo psíquico.
Para plantearse un buen envejecimiento es necesario apoyarnos en un paradigma que abarque la complejidad del ser humano, que incorpore factores de la personalidad y de la historia de vida de cada persona, y no pensar solo en determinantes sociales y biológicos. Siguiendo esta idea, se sugiere mirar a la vejez como un trabajo de construcción que iremos realizando desde jóvenes: nuestro propio proyecto personal de vejez.
Tomémonos un instante para pensar en todas las personas mayores que conocemos. Seguramente vamos a encontrar características muy distintas. Gustos, intereses, historias, anécdotas, deseos y pensamientos muy diversos. Los adultos mayores son un grupo muy heterogéneo y cada persona construye un proceso de envejecimiento tan único como ella misma. De ahí que no podemos hablar de una vejez “normal” porque es pretender que el comportamiento de una persona tenga que encajar con una idea preestablecida por la sociedad de lo que se espera de un adulto mayor. Es así que me parece más adecuado utilizar el término “vejeces”, donde cada sujeto es actor y protagonista de su propio envejecer.
Numerosas veces durante mi experiencia profesional me pregunto si nos tomamos el tiempo para consultar a los adultos mayores qué es lo que piensan, qué es lo que quieren, cuáles son sus necesidades y proyectos en este nuevo momento de sus vidas, y que no siempre es esperado y vivido de manera satisfactoria. ¿No seremos los “jóvenes” los que no estamos escuchando las nuevas necesidades de estas generaciones? Creo que tenemos que revisar la manera en que reflexionamos sobre las generaciones mayores, y no sólo por ellos, sino porque esa va a ser la manera en la que (si tenemos suerte) en unos cuantos años más otros nos van a pensar a nosotros. A quienes aún no han llegado a su jubilación les propongo que piensen: ¿Cómo les gustaría transitar este momento tan significativo para toda persona?
Personalmente, me gustaría vivir una vejez donde pueda sentirme parte de mi sociedad, escuchada y respetada en mis derechos, y pueda disfrutar una jubilación digna.
Los invito a hacer un click para empezar a realmente ver a todas las personas mayores que tenemos a nuestro alrededor, y que también miremos hacia el futuro para lograr construir una sociedad con más oportunidades y esperanza para todos. A vos ¿Cómo te gustaría construir tu vejez?
Cecilia Nelli.
Lic. En Psicología
Mat 888